#1

Vestía un vestido blanco de una tela similar a la seda, llevaba un lazo en la cintura y sandalias plateadas que hacían juego. Mi corazón latía aceleradamente y un par de lágrimas rodaban por mis mejillas. Al mirarme al espejo vi a una hermosa chica de pelo negro, ojos grandes y expresivos.

Ya se acercaba la hora, todo el mundo corría de un lado a otro preparándose para la fiesta, mientras yo seguía oculta en el tocador del baño. Un par de personas me hacían compañía. No decían mucho, pero sabían la verdad y me entendían a la perfección.

Mi angustia crecía a medida que el reloj avanzaba. Mis manos temblaban, mi estomago se retorcía y mi corazón roto lloraba en silencio por su compañero ausente. En ese instante todos se voltearon a mirar al hombre que acababa de entrar. Era alto, delgado y de nariz ganchuda. Llevaba un elegante traje negro, camisa blanca y corbata. Lo que más sobresaltaba de su atuendo era una flor roja que llevaba en el bolsillo del pecho. "Es él..." Me susurro uno de mis acompañantes. No alcancé a tener ninguna reacción, cuando el desconocido se acercó a mí, me tomó en sus brazos y me dio un apasionado beso. Fue el peor beso que alguien me hubiera dado en mi vida. Mi estomago se revolvió y su saliva me dio nauseas. Posteriormente de este hecho me dirigí con disimulo al baño a escupir.

Después de un rato de lamentarme por mi desdicha, llegó a buscarme mi papá. Un incomodo silencio surgió al mirarnos las caras. No podía decir nada, debía mostrarme fuerte a la situación. Sabía que él sentía mi dolor y me entendía, pero lo único que musitó fue "Es hora...".

No vi a nadie más hasta que llegamos repentinamente a una iglesia, donde todos me estaban esperando.

Entramos y todos los ojos se posaron en mí de inmediato. Escuchaba murmullos mezclados con campanazos lejanos. Al final del pasillo por donde caminábamos, se encontraba parado él, esperándome. Ese hombre que no quería ver, ese desconocido que me había besado de imprevisto, ese por el cual no podía estar con nadie más que yo quisiera, ese que de ahora en adelante vería todos los días despertar a mi lado. Mi futuro esposo.

Derrepente ya estábamos en la fiesta. Trataba de escaparme con cualquier excusa para ir al baño, pero él siempre estaba ahí vigilándome. Sentí un peso en mi mano que antes no tenía. Cuando miré, llevaba un anillo de diamantes y oro blanco precioso.

Las personas de la fiesta me obligaban a salir en sus fotos. Veía mucho flash por todos lados y me dolían los músculos faciales de tanto fingir la sonrisa. La melancolía no se iba de mí ser al ver a mi familia bailando y riendo falsamente también.

Trip to Miami


Intente dormir las 2 primeras horas del viaje acurrucada en el asiento trasero del auto con una de mis almohadas preferidas. En mi mundo solo existían Sick Puppies y pensamientos locos, al mismo tiempo el parlante que estaba al lado de mi cabeza retumbaba por la música que iban escuchando los de adelante. Creo haber dormido unos 15 minutos, cuando me desperté para seguir pensando cosas mundanas. Mire por la ventana y vi una señal de transito que indicaba la salida de la carretera. Sentí como el vehículo comenzaba a doblar y divise un Patio de Descanso. Fue cuando entendí que el llamado de las vejigas era unánime.

Quedando aproximádamente 1 hora de viaje, mire a Gilma y mi Papa conversando en los asientos delanteros, era divertido verlos hacer mímicas con la música de The Hives de fondo, comentaban algo aparentemente gracioso. De la nada, vinieron algunos recuerdos no muy gratos a mi mente, donde escuchaba a mi mama hablar pestes de mi viejo. Sentí ira, rabia y pena a la vez. Continué observándolos y repentinamente todos esos sentimientos amargos se esfumaron. Gilma bailaba en su asiento y mi papa sonreía. Otra emoción invadió mi ser al darme cuenta donde y con quien estaba. Ahora me sentía agradecida y en paz.

Paso un rato y aun con los cables en mis oídos, vislumbre a la distancia varias lineas horizontales y gruesas entrelazadas como gusanos. Deben haber sido 3 o 4 autopistas en diferentes dirreciones. La escena del trafico y la música que escuche continuación, al apagar mi celular, me dio una sensacion agridulce. Era irónica la tranquilidad de la canción I'm Yours de Jason Mraz, con el stress que se desarrollaba en la avenida. Me acorde de algunas películas de asesinatos con música clásica y cámara lenta, como Inglourious Basterds.Fue el instante que me di cuenta que habíamos llegado.